lunes, 17 de febrero de 2014

Flores sin nombre, VI. De Dios.

VI. DE DIOS

16

Tu amor desairaba a la realidad
y yo te creí como a una señal divina.
Y ahora te añoro como se añora
la capacidad de blasfemar,
que escapó en la grupa de la fe.

 

17

Dios es un nombre para el tiempo que nos acompaña.
Para la soledad que nos unifica.
Para el espejo que nos excluye.
Y el recuerdo de padre y madre
ocultos a los ojos. Y el futuro
que nunca llega. Y la maldición
recompensada de Job.
Y la luna que mira clara, y el poema
de riguroso luto, y las mujeres que amé. Dios planea
sobre mi lecho semivacío.
Escucha mi voz de cadáver aplazado
que ni siquiera procrea.
Dios sabe que estoy loco.
Los humanos sólo lo sospechan.
¿Cómo voy a confiar en ellos?

 

18

Pensar lo mismo y lo contrario,
sin que los segundos medien
en esa promiscuidad gnoseológica
que refleja tan fielmente al mundo.
Gravedades superpuestas en un mismo cuerpo,
con la tensión justa
para resistir el descuartizamiento.
Tendones entre los dientes
que barajan los músculos aviesos
que sedimentan la sonrisa.
Mordiscos salvajes que reavivan la alegría
sin removerla de su sima profunda.

 

19

Teoría de la literatura: son los clérigos los que apetecen nuestro bien, Dios se limita a amarnos.

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