viernes, 9 de marzo de 2018

El feminismo no es transversal (algunas vueltas sobre el 8M de 2018)

Aquí os dejo otra entrada del estilo de las últimas. Como veis, parece que me va bien este género que podríamos llamar "aforismo aumentado", como forma particular del ensayo y que, de Montaigne a Pascal, a través del maestro Lichtenberg y de Voltaire, y pasando por Benjamin o Adorno, ha llegado hasta nosotros. No sé que hubieran hecho Pascal o el Adorno de las Minima Moralia si se hubieran encontrado con algo como facebook, que permite la ilusión de que el pensar no sea una actividad radicalmente solitaria. Esto es lo que hecho yo. Las comparaciones, siempre odiosas. El tema, la huelga feminista de ayer. Copio.


Antecedentes.

Arrimadas

✺Cierto interés, igual tiene esto... ¿no? ¿Es posible acabar con el patriarcado sin combatir el capitalismo? Las estrellas de Hollywood de anoche, parecían de la opinión de Arrimadas, ¿verdad? 5 de marzo.


 ❁Que no es comunista dice. Es muy de fascistas asimilar a un solo paradigma extremo todo lo que no sea pensar como ellos: judíos (Hitler y Goebbels), comunistas (las dictaduras latinoamericanas), marxismo internacional (eso lo decía Pinochet), rojos en general (el generalísimo y sus secuaces). Tras ello hay un silogismo, más que perverso, paleto. Y un paleto es mucho más peligroso que un perverso, porque no hay refinamiento ni sutileza alguna en su proceder. El palurdismo de Arrimadas me aterra. Nadie del PP se atrevería a tanto. Ni Trump, siquiera, que no es peor que McCarthy. Los de Ciudadanos, sí. Decir que no hace la huelga del jueves porque no es comunista es de ser bestia, pero que muy bestia. 6 de marzo.



Posiciones.


✿Yo la laboral no puedo hacerla, por la simple razón de que estoy de vacaciones (en Castelló es la Magadalena) y la de cuidados, para bien o para mal, tampoco me afecta directamente, porque no tengo a ningún dependiente a mi cargo. Pero la de consumo, al menos, intentaré cumplirla a rajatabla. Soy demócrata radical, de izquierdas. No hay mucho más que explicar. Las mujeres tienen razón y ésta es una huelga necesaria y justa. Punto. 5 de marzo.

❂Veo cosas raras. La CEOE e Inés Arrimadas, quedan como mera constatación del sentir de la extrema derecha. Pero no sé si os habéis dado cuenta que en la prensa y hasta en las televisiones matutinas lo que nos encotramos ante la Huelga Feminista de mañana es una mirada entre simpática y empática, en cualquier caso "comprensiva" y condescendiente. Mis sospechas comenzaron cuando vi que el periódico líder actualmente de la opinión neoliberal en España, El País, trataba el asunto con cierta ecuanimidad e indulgencia, haciéndose eco de las reivindicaciones (salariales, sociales, políticas) puestas encima de la mesa por las convocantes. La posverdad es lo que tiene. Ya no se combate algo ocultándolo, criticándolo o atacándolo necesariamente, se puede hacer difundiéndolo al máximo para, precisamente, tener el control de la agenda y del tono de los mensajes. Que hay un posible movimiento de emancipación popular y democrático, se convierte, de acción, en evento, esto es, en noticia. Y entonces el receptor de la información queda convertido, de agente social proactivo y empoderado, en mera opinión pública pasiva que asiste como espectadora al acto de otros. Míralos cómo gozan, que decía Lacan, hablando de cómo trataba el sistema a los que protestaban en el 68.
Cuando sucedió lo de Gamonal, hace ya cuatro años, escribí algunas entradas de mi blog sobre este fenómeno de reconducción de la verdad a la posverdad, al espectáculo. Copio este párrafo, que mutatis mutandis, puede valer para mañana, creo yo:
"Aquí pasa algo, sin duda. Estamos ante una estrategia diáfanamente más oscura y truculenta de las que nos tiene acostumbrados la derecha mediática, con todo su poder de despliegue. El procedimiento es sibilino: no ocultar, no condenar al fuera de campo y a las catacumbas de la comunicación mediática el conflicto, sino cederle pantallas y micros. Es ingenioso y clásico: divide y vencerás. Pero en su versión postmediática (es imposible acallar totalmente los hechos porque twitter, facebook y YouTube actúan) no se trata de dividir entre unos y otros, se trata de algo más canalla: dividir al enemigo contra sí mismo. Una división, una tachadura de pleno derecho. El pueblo alzado, al ser acogido como espectáculo, se encuentra remitido, ante su reflejo especular, a dejar de ser multitud alzada para convertirse en juez supremo, opinión pública. Y así el acto se convierte en noticia y el saber hacer de la sublevación, no en acción que coagula y presenta, sino en información que circula y se ausenta. La opinión publica tiene todo el poder. Menos uno: el de la acción."
Yo me aventuré a decir el otro día que Susana Griso informaría desfavorablemente de la Huelga Feminista de mañana. Hoy, tengo mis serias dudas. Claro que, si apoyas esta huelga, y eres mujer, con relevancia social e influencia mediática como lideresa de opinión, lo que tienes que hacer mañana no es hablar favorablemente , sino no informar en absoluto, porque estás haciendo la huelga y no glosándola. Creo que la prueba del algodón puede ser lo que hagan algunas de estas mujeres que conducen (lo que no es lo mismos que dirigir) estos grandes magazines matutinos. Susanna Griso, pero también Pepa Bueno o Ana Rosa Quntana. Sería la mejor noticia que ellas no dieran la noticia, sino que estuvieran en las manifestaciones a pie de calle y que se encargaran del asunto los de los servicios mínimos. Eso y la viñeta de El Roto de mañana -si ignora, apoya o hace algún sarcasmo o ironía sobre la huelga y en qué medida- son para mí las dos grandes pruebas del algodón de cómo y con quién se posicionan los poderes sistémicos durante la huelga. Ya veremos. 7 de marzo.



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Consecuentes: El feminismo no es transversal.

Transversalidad y manipulación

🌗Me está fastidiando oír todo el día que esta huelga es un éxito de la transversalidad. Y un cuerno. Es un triunfo de las mujeres, en todo caso. Y las mujeres no son transversales. Es como decir que antes que mujeres son otra cosa y se han encontrado en el accidente de su feminidad. Vamos que lo que funda esta huelga no es que sea feminista, sino que lo femenino es un punto de encuentro adecuado y oportuno para gente cuya realidad, cuyo anclaje ontológico, está en otro sitio. Lo siento pero disiento. De esta y de todas las transversalidades. Empezaremos a ganar la guerra al capitalismo, al patriarcado y a la opresión cuando seamos capaces de ver nuestras victorias como verdades y no como aciertos productode hábiles destrezas estratégicas. Hoy han ganado las mujeres, no es una victoria transversal sino lealmente consecuente con su ser en el mundo. No hay las realidades ontológicas fijas (la ideología, la clase, el género, las raza, los pueblos, las lenguas, las razones, las sociedades ) y luego convergemos transversalmente en afortunados apaños coyunturales. Nuestra verdad es que luchamos y no que aparcamos nuestras verdades para luchar. La libertad y la dignidad son eso: absolutas e inmanentes. La verdad es lo que conseguimos hacer con ello seres que no somos ni lo uno ni lo otro. La ética consiste en la posición de absoluta libertad del sujeto frente al hecho de la imposibilidad de su absoluta autonomía. Las mujeres que hoy han hecho huelga y los hombres que las hemos apoyado no hemos sido transversales. En todo caso, leales a nosotras mismas.
Nadie más fundamentalista, nadie más trancendentalista, que un adepto a la transversalidad. Necesita de los fundamentos para poder tras-cenderlos. O todo el mundo está fijado o clasificado o a ver cómo te apañas para religarlos en una transversalidad. La gente que se mueve, que avanza, que lucha, no es puede ser alcanzada por línea transversal alguna porque no tienen raíces, tienen pies. Su género, su raza, su clase, su lengua o su nación, en tanto que oprimidos, son puntos de apoyo de su performatividad emancipadora, no esencias invariables ni casillas en las que permanecen esperando que un redentor venga trazar una línea que los atraviese para poder hacer algo. Tras la lucha, su ser será tranformado por la dignidad y la libertad, no quedará incólume esperando a que el próximo redentor venga a trazar la línea transversal siguiente. La transversalidad no es más que un dogma burocrático y una variante más de la tecnocracia neoliberal. Creo que si la huelga de hoy será recordada como un triunfo de las mujeres es porque ha sido feminista, no transversal. 8 de marzo.



La transversalidad se ha convertido en el eje de la axiomática capitalista. Cualquier éxito contra el capitalismo, esto es, contra el binomio patriarcal-neoliberal, los medios del régimen lo convierten en un éxito de la transversalidad y así se reafirma el axioma de que el sentido común establecido es el único que prevalece en tanto que preexiste. Esto es, transversal se convierte en sinónimo de mayoritario y tener éxito es ser mayoritariamente aceptado y consumido. Tener éxito cosiste, exclusivamente, en acertar con lo que ya existía pero no se había sustanciado aún en una mercancía, no había aparecido el talento capaz de comodificar la cosa para ponerla a disposición de la mayoría, del mercado. De ese modo es imposible inventar nada que transforme la realidad, porque todo lo que se pro-duzca e invente está condenado a reafirmarla: ya existía de antes y algún espabilado/a emprendedor/a ha sabido ver “un nuevo modelo de negocio”, sintagma que ha invadido el ámbito de las ciencias sociales y de la comunicación, con el emprendedurismo como fundamento ideológico. La novedad post-fordista consiste en diseñar formas más eficaces de comunicación, de alcance, de difusión porque todo lo demás ya lo hace solo "el genio del sistema". De ese modo, todo lo nuevo está condenado a reafirmar la estructura de lo existente. Eso es, a mi entender, a lo que se referían Deleuze/Guattari cuando afirmaban que el capitalismo se había convertido en una axiomática, frente a las sociedades tradicionales, cuyo método era la recodificación, el castigo, la llamada al orden. La Institución emblemática del feudalismo, por ejemplo, sería la Inquisición. La de las sociedades burguesas y disciplinarias, la cárcel, la escuela, el hospital y la fábrica. Bueno, pues en las sociedades de control post-fordistas parece que para regular la situación es suficiente el mercado: si conseguimos comodificar cualquier cosa y constituirla como oportunidad de negocio, la constituimos en mayoritaria y ya no es lo que se opone al sistema, sino una prueba más de sus urdimbre axiomática, de la trama de demostración de que era y es el mejor y el único posible. Una prueba colateral muy sibilina, muy del ámbito de la posverdad es que además ha derrotado a las instituciones disciplinarias de la sociedad y ha supuesto una liberación moral. La cultura Rock fue el gran banco de pruebas de esta axiomática, del método para devolver al redil del mercado lo que conculcaba la moral burguesa.
Parece que el sistema, a través de sus medios de difusión, ha aceptado el éxito de la huelga de ayer porque era transversal, porque era para toda la sociedad, para todo el mundo porque se hacía eco de una demanda social natural en la dinámica del progreso capitalista. No, porque fuera un triunfo de la lucha de las mujeres como sector subordinado de la sociedad. Y el paripé de reabsorción sistémica estaba bien montado. Las que se oponían a la huelga decían ser tan feministas como las que la defendían. Que no la apoyaban por estar politizada, repetían. Esto es, ser feminista bien, pero esta huelga es anti-capitalista y eso no lo podemos consentir. Arrimadas o Cristina (Cruella) Seguí, que ayer hizo de alter ego de Susanna Griso en Espejo Público mientras esta bajaba a pie de calle a manifestarse, son magníficos ejemplos. “Yo no apoyo esta huelga porque no veo feminismo sino consignas anticapitalistas y el capitalismo ha sido el sistema que más ha hecho por los derechos femeninos”. No, señora. Eso ha sido la democracia. Y que capitalismo y democracia no coinciden lo demuestran todos los fascismos capitalistas que han existido y que, para usted y su partido (Vox), siguen siendo el estado ideal de la sociedad y por eso lo propugnan, un capitalismo neoliberal y autoritario. Los que se les oponían, en las televisiones sistémicas, defendían lo contrario: “esta no es una huelga anticapitalista ni comunista, sino transversal”. Mentiras ambas que juntas pretendían sustancializar una posverdad. Sibilno, además, que ante la no presencia de mujeres que apoyaran la huelga eran los hombres "progresistas" (las comillas son por Rubén Amón, el replicante de Seguí ayer) los que la defendían. Consigueron, pues, una puesta en escena que invirtiera lo real de las relaciones materiales del género: mujeres contra la huelga y hombres apoyándola. Lo decía yo el otro día: apoyar o no denostar la huelga ha sido la fórmula de los medios masivos para intentar controlar su sentido, que es el que produce efectos sobre lo real.
No, señoras y señores, no. Ayer las mujeres y muchos hombres salieron a luchar contra el patriarcado y contra el capitalismo a la vez, contra la sobre-explotación de la mujeres con sueldos más bajos que los hombres a igual puesto y trabajo, contra la mayor precariedad y temporalidad de sus empleos y ejerciendo muchos trabajos (los cuidados de quienes los necesitan, pro ejemplo) sin remuneración alguna. La de ayer no fue una huelga de buenas chicas, sino de mujeres. No fue una huelga transversal para el bien de la sociedad en general, sino una muestra triunfante de una lucha transformadora y subversiva que las mujeres lideraron, en todo caso, para bien de la especie humana. Será como especie que todos ganaremos con el feminismo, no como sociedad civil de mercado. La de ayer fue una huelga subversiva, no transversal. Quede claro, por favor. 9 de marzo.


Lo común no es transversal.


🌌 Lo común no está por descubrir y menos aún por calcular, como quieren los transversalistas, que, en el mejor de los casos, lo conciben como una especie de cesión, de tolerancia, de la izquierda “de verdad” con los demás. En todo caso, está por construir. Yo no concibo que lo común sea el máximo común denominador entre los negros, las mujeres, los LGBT, los catalanes, los gitanos, los excluidos, los inmigrantes, los explotados… En todo caso, esas identidades son el punto de apoyo desde el que se pueden empoderar contra la opresión para combatirla. La identidad oprimida debería ser algo que lo común atraviese, trascienda y rebase. Sin embargo, la transversalidad quiere esas identidades quietas, inmóviles, esenciales, para que sus ecuaciones divisorias puedan establecer sobre ellas un cociente exacto. El problema de este cálculo divisorio, previo a las estrategias contra-hegemónicas, es como en todas las divisiones, el resto. Y cuando el dividendo deja de ser una suma a dividir, el resto sigue aún ahí, como lo real de la opresión. Tras cada operación transversalista quedan los oprimidos en el mismo lugar que estaban. La transversalidad puede operar trans-parencias, performances de la distinción, pero no toca lo real. El negro, la mujer, el explotado, la indígena, la hablante de una lengua minorizada o la lesbiana no se liberan de su condición de oprimidas por la transversalidad, porque simplemente la han prestado, no la han transformado, no se han reposicionado subjetivamente de un modo radical respecto a ellas. Es entonces cuando el fascismo, cuando el totalitarismo neo-conservador (¿veis como todas sus promesas eran mentira?) tiene su momento y hace su agosto. No, la huelga de ayer no me dio la impresión que fuera transversal. Eran las mujeres liderando un cambio radical de su condición de mujeres: la rebelión contra la subordinación como rasgo esencial de su feminidad. Eso era mucho más fuerte que todo lo demás. Y mucho más constructivo del común que cualquier operación transversal que se quiera operar sobre ese arrostramiento de su dignidad por las propias mujeres. Lo que hay que hacer es sumarse a esa lucha, no pedir que te la presten. Creo que no es difícil de adivinar que lo que hay detrás de las admoniciones  de ciertos hombres (el famoso mansplaining), al feminismo es precisamente la transversalidad, en su forma más canónicamente ilustrada: disfrazada de racionalismo. Sí, sí, si lo vuestro está muy bien pero no hay que perder de vista el objetivo. Si no cambiamos el objetivo, esto es, el horizonte, no cambiaremos nada. Ayer, las mujeres tomaron el timón de ese cambio hacia un más allá de lo que podemos ver. Vayamos detrás a ver qué nos enseñan. 9 de marzo.






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